La Segunda Plaga: Invasión de ranas
¿Qué fue la segunda plaga?
Después del desastre provocado por la transformación del agua del Nilo, la tranquilidad no regresó a Egipto. Muy por el contrario, una nueva calamidad sorprendió a la población: una invasión incontrolable de ranas. Estas comenzaron a salir del río en cantidades extraordinarias y, rápidamente, se extendieron por todo el territorio.
Las ranas no se limitaron a los campos o canales, sino que llegaron a todos los espacios habitables. Se colaron en las casas, brincaban sobre las camas, se metían en los hornos de barro, en las vasijas de agua, en la comida y hasta en los palacios. Nada parecía detenerlas. La convivencia con estos animales se volvió insoportable: los egipcios no podían dormir tranquilos, ni comer sin que las ranas saltaran sobre los alimentos, ni mantener sus hogares limpios. Cada rincón parecía estar ocupado por estos pequeños anfibios que no dejaban de croar, brincar o morir dentro de los espacios domésticos.
El descontrol era total. Las ranas invadieron tanto las zonas rurales como las urbanas, afectando a ricos y pobres por igual. La incomodidad creció aún más cuando comenzaron a morir por miles, dejando un hedor fuerte, húmedo y penetrante que impregnó el ambiente y empeoró las condiciones de higiene. Lo que normalmente era visto como un animal insignificante se convirtió en símbolo de desesperación.
La vida en Egipto se volvió más tensa y confusa con esta segunda plaga. A pesar de su aparente simplicidad, esta oleada de ranas logró alterar el ritmo diario, los hábitos y el bienestar de toda una civilización.
Perspectiva Bíblica
De acuerdo con el relato del libro del Éxodo, esta plaga fue una advertencia directa al faraón tras negarse a liberar al pueblo israelita. Dios ordenó a Moisés que anunciara que las ranas saldrían del río y llenarían todo Egipto. Y así sucedió: las ranas se multiplicaron de forma masiva y aparecieron en todos los rincones —desde las casas humildes hasta el palacio del faraón. El propósito de esta plaga era demostrar el poder divino y la necesidad de obedecer la voluntad de Dios.
Aunque el faraón pidió que se retiraran las ranas, una vez que cesó la plaga, volvió a endurecer su corazón y se negó nuevamente a dejar ir al pueblo hebreo. Esto marcó el inicio de un patrón que se repetiría con cada plaga: la resistencia del faraón frente a las señales del castigo divino.
Perspectiva Científica
Desde un punto de vista natural, los expertos han propuesto explicaciones basadas en fenómenos ecológicos. Si la primera plaga provocó la muerte masiva de peces y la contaminación del agua, esto habría alterado gravemente el equilibrio del ecosistema acuático del Nilo. Las ranas, al no tener depredadores naturales (como peces o aves que se habrían alejado), pudieron reproducirse sin control y buscar tierra firme.
Además, si el agua estaba contaminada o en descomposición, las ranas habrían salido del río por instinto, buscando ambientes más secos para sobrevivir. Al hacerlo en masa, invadieron espacios humanos. Este tipo de reacción biológica es documentada en ciertas especies de anfibios cuando su hábitat cambia drásticamente o se vuelve inhabitable.
La mortandad posterior de ranas, y la descomposición de sus cuerpos en zonas habitadas, habría empeorado las condiciones sanitarias, tal como se describe en el relato. En este sentido, la plaga puede entenderse como una consecuencia en cadena de una alteración ambiental previa.
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